Son días de fiesta, las obligaciones cambian y las costumbres se relajan. Tienes oportunidad de pasar más tiempo con la familia, viajar, leer, ir al cine, ver la tele o gandulear como te apetezca. De vez en cuando me he preguntado como sería nuestro ocio, el trabajo, sin Internet, como sería la vida sin alguna de las comodidades como el teléfono o sin la red sanitaria que nos protege. La conclusión es que sería casi imposible.
Ayer estuve viendo la película "John Carter" con la familia, digamos que fue una experiencia palomitas: te las comes y las eliminas casi sin darte cuenta. Solo tenía el toque de esos personajes virtuales tan magníficamente construídos que me quitan el hipo -sigo flipando tanto como con aquel corto del bebé de Pixar del 88-. También había una historia debajo de la que se encontraba un poco más de lo habitual. En la película John Carter, un capitan confederado, es trasladado en el siglo XIX, desde la Tierra hasta Marte. Allí conoce a la princesa Dejah Thoris con la que establece una estrecha relación y tiene unas cuantas aventuras. No cuento más para no jorobaros la historia, pero saber que está basado en una serie de novelas de Egdar Rice Burroughs, que supongo es el mismo autor de Tarzán. En la película la princesa reclama varias veces el acceso a sus fuentes de información en la biblioteca de Helium. La muchacha no tenía móvil para consultar Internet, ni ordenadores para rastrear bases de datos. Vaya puñeta.
Anteayer zapeando tope un par de veces con el culebrón nacional "Amar en tiempos revueltos", ¿cuántos años lleva esto?, una periodista buscaba información sobre un juez en los archivos del periódico, dejando de lado la escasez de medios, tengo yo más papeles en casa que ellos, la búsqueda se iniciaba gracias a la memoria de un compañero, que recordaba alguna noticia donde se mencionaba al susodicho. La serie transcurre desde el final de la Guerra Civil y actualmente van por el cincuenta y tantos. Me gusta verla de vez en cuando porque nos muestra una España que al menos yo no he conocido. Obviamente las tecnologías digitales aún no hicieron su aparición y el mundo era, como era: tranquilo, sosegado y todo se arreglaba con unas pólizas. En algunas cosas tampoco es que haya cambiado tanto ¿no?
Hace poco tuvimos un apagón internauta en medio de una reunión de amigos y la carrera para verificar datos, información que forma parte del meollo de la discusión, se vió frustrada por una falta temporal de conexión. Durante unas horas volvimos al pasado cercano, a ese en el que no había Internet en los móviles, pero donde tampoco había ordenadores a mano. Los temas más candentes quedaron aplazados, pendientes de verificación, y la charla continuó en un tono mucho más relajado, todo hay que reconocerlo.
Son meras anécdotas, pero una cosa lleva a la otra, y es obvio que las costumbres de muchos de nosotros, sin duda las tuyas que lees estás líneas, han cambiado notablemente. Tanto lo han hecho que probablemente no podamos concebir un mundo sin la Internet que nos permite investigar, divertirnos, aprender o, en el caso de muchos, algo tan básico, tan necesario, como trabajar.
¿Recuerdas como era tu vida hace 10 años? ¿Y 20 ó 30? ¿De qué forma ha influido la tecnología, en general, e Internet, en particular, en tu vida?